Los faros son, con frecuencia, los pequeños grandes olvidados a pesar de la gran importancia que tienen en la conducción. Están continuamente sometidos a inclemencias climatológicas, suciedad, roces y al simple paso del tiempo y, por ese motivo, pueden resentirse y perder eficacia reduciendo la visibilidad que ofrecen en la carretera. Es por esto que cuidar del sistema de iluminación del coche no es tanto una cuestión estética sino más bien de seguridad vial.
Uno de los puntos que acusa notablemente el deterioro es la cubierta del faro. Se amarillea y se vuelve opaca debido al desgaste de la capa exterior de plástico transparente que va perdiendo su acabado translúcido. Para devolverle el efecto de cristal y mejorar su funcionalidad, se puede recurrir a una operación de mecánica básica y accesible que, además, rejuvenece la apariencia del vehículo: el pulido.
Para ello, es importante hacerse con el material adecuado: lijas de varios granos, cinta, esponja de pulido y pulimento. En primer lugar se comienza limpiando el faro con agua y jabón y con la mayor precisión posible. A continuación se protegen los bordes de la carrocería que rodean los faros con cinta adhesiva específica y se comienza a lijar al agua con grano grueso (P1000) para eliminar las irregularidades, los arañazos y el desgaste de la capa superficial. Una vez el resultado es homogéneo se pasa a una lija más fina para ir igualando el desgaste producido por la lija más agresiva.
Este proceso puede llevarse a cabo de forma manual o con herramientas rotativas que aceleran notablemente el proceso pero su manejo resulta complejo y delicado. De hecho, un uso inapropiado puede provocar daños irreparables en los faros. Por este motivo, conviene siempre recurrir a los expertos profesionales del taller que manipulan perfectamente este tipo de material y saben aplicar la velocidad y presión adecuadas.
Una vez lijados los faros se comienza con el pulido propiamente dicho. Se coloca pasta de pulido sobre una esponja o directamente sobre el faro y se realizan movimientos circulares con extrema suavidad para ir recuperando la transparencia y brillo perdidos. El proceso puede culminar con un lacado en spray para prolongar la duración del resultado y asegurar una función de alumbrado perfecta por más tiempo.
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